¿Tienes un tic que no puedes controlar? ¿Te muerdes las uñas sin darte cuenta? No es sólo una manía. Es tu cuerpo pidiendo ayuda. Y es posible recuperar el control.
Tener tics, fumar o morderse las uñas ¿Manías o señales de algo más?
Seguro que conoces a alguien —o quizá te pasa a ti— que se muerde las uñas cuando está nervioso, o se enciende un cigarro de forma automática, o no puede evitar repetir un pequeño gesto, como tocarse el pelo o crujirse los nudillos.
Estos comportamientos, aunque muchas veces se pasan por alto, son lo que en psicología llamamos hábitos nerviosos. Y la verdad es que pueden esconder mucho más de lo que parece a simple vista. En el caso de fumar, conviene recordar que no es solo una cuestión de adicción física a la nicotina. Muchas veces, se convierte en un hábito nervioso que usamos para calmar la ansiedad, y también está muy influido por el contexto y nuestras costumbres diarias.
¿Qué son los hábitos nerviosos?
Los hábitos nerviosos son conductas repetitivas, casi automáticas, que suelen aparecer como respuesta al estrés, la ansiedad, el aburrimiento o la incomodidad emocional y que se instalan en nuestro cerebro como un programa de ordenador que se ejecuta de forma “inconsciente” en muchos casos. En otras palabras: son formas que tiene nuestro cuerpo de intentar calmar mediante el comportamiento lo que no sabemos gestionar con el pensamiento o la emoción.
Algunos ejemplos frecuentes son:
- Morderse las uñas (onicofagia)
- Fumar de forma compulsiva
- Arrancarse el cabello (tricotilomanía)
- Pellizcarse o rascarse la piel (dermatilomanía)
- Tics nerviosos: parpadeos excesivos, movimientos repetitivos, sonidos involuntarios, etc.
- Crujir los nudillos, morder lápices o tocarse el rostro constantemente
Aunque suelen comenzar de forma “inofensiva”, muchos de estos hábitos se instalan en nuestra vida diaria y terminan siendo difíciles de controlar.
¿Por qué aparecen? ¿Y por qué cuesta tanto dejar de fumar o dejar de morderse las uñas?
En la mayoría de los casos, estos hábitos empiezan como una manera de aliviar una emoción incómoda o una molestia física. Otras veces aparecen porque imitamos estas conductas que vemos en otras personas. Imagina, por ejemplo, a un adolescente que golpetea con el bolígrafo el pupitre de clases cada vez que espera una nota importante. O a alguien que se ha acostumbrado a fumarse un cigarro cada vez que sale del trabajo. El gesto, aunque pequeño, puede proporcionar un alivio inmediato de las sensaciones asociadas a estas situaciones.
Y ahí está la trampa: como ese alivio funciona en el momento, el cerebro lo guarda como una “buena idea” y lo extiende de forma automática a otras situaciones en las que aparecen sensaciones parecidas, estableciendo así un hábito. Así se crea un círculo difícil de romper. Con el tiempo, el hábito se hace automático: lo haces sin pensarlo, sin darte cuenta… hasta que ya no puedes evitarlo. Encenderse un cigarro sin darse cuenta (¿en qué momento me encendí este cigarro?), repetir el tic una y otra vez de forma inconsciente o sorprenderse a uno mismo mordiéndose las uñas sin querer.
¿Son sólo manías o pueden ser un problema?
Depende. No todos los hábitos nerviosos son graves, pero sí pueden afectar seriamente la calidad de vida.
Consecuencias físicas:
- Uñas y dedos lesionados, heridas en la piel, infecciones.
- Caída del cabello o cicatrices en el cuero cabelludo.
- Dificultades respiratorias, problemas cardiovasculares, problemas dentales (en el caso del tabaco).
- Molestias musculares
Consecuencias emocionales:
- Sentimientos de culpa o frustración.
- Baja autoestima por no poder “pararlo”.
- Vergüenza o ansiedad social.
Y es que, lo que empezó como una forma de regular nuestras emociones, puede convertirse en otra fuente más de malestar. En el momento que estas conductas se convierten en algo que obstaculiza nuestro bienestar y felicidad y que no podemos solucionar por nuestra cuenta, estamos ante un problema que requiere atención psicológica.
¿Se pueden tratar los hábitos nerviosos?
La buena noticia es que sí se pueden tratar, y de forma eficaz. En nuestro Centro de Psicología en Granada, trabajamos estos casos desde un enfoque especializado: la terapia cognitivo-conductual, una de las más efectivas según la evidencia científica.
Tratamientos y herramientas que usamos:
- Entrenamiento en reversión de hábitos: se toma conciencia del hábito, se identifican las situaciones en las que aparecen y se aprende una respuesta incompatible con este (por ejemplo, usar una pelota antiestrés en lugar de morderse las uñas).
- Técnicas de relajación: para reducir la ansiedad general y mejorar la conciencia corporal.
- Psicoeducación y apoyo emocional: para entender el origen del hábito y trabajar sin culpa ni juicios.
- Registro de conductas y emociones: permite encontrar patrones invisibles y ganar control poco a poco.
En algunos casos muy graves, puede valorarse el uso de medicación de apoyo, siempre bajo supervisión médica.
¿Cuándo pedir ayuda psicológica?
Si sientes que el hábito se ha vuelto incontrolable, te genera vergüenza, está afectando tu salud o simplemente quieres dejarlo y no sabes cómo… entonces es un buen momento para buscar apoyo profesional.
Y no, no estás solo ni eres “débil” por necesitar ayuda. Dejar de fumar, de morderse las uñas o de repetir un tic es posible, pero requiere un acompañamiento que respete tus tiempos y tus emociones.
Psicología en Granada: te ayudamos a recuperar el control
En nuestro Centro en Granada, acompañamos a adolescentes y adultos que desean dejar atrás los hábitos nerviosos que los afectan en su día a día. Trabajamos desde la cercanía, la comprensión y, sobre todo, desde la evidencia.
¿Quieres saber más sobre cómo dejar de fumar, tratar los tics nerviosos o superar la onicofagia?
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David Ocón. Psicólogo Área Adultos e Infancia y Adolescencia ALBORÁN Psicólogos.